jueves, 15 de septiembre de 2011

" Mi nombre es..." por Rudy Wiedmaier

“ Mi nombre es…. ”
( por Rudy Wiedmaier )

La moda de los programas de dobles. Todos los canales se suman. Multitudinarios casting en todo Chile, dan cuenta de una enorme necesidad de figuración de miles de compatriotas con alguna capacidad de imitación. Recuerdo ese concurso de dobles que  presentaba semana a semana Don Francisco en sus Sábados Gigantes
en los setentas y ochentas. La idea no tiene nada de nuevo, sin embargo, nos tratan de convencer de lo contrario y majaderamente.
Que este formato televisivo alienta el talento de Chile. Falso total.
Es sólo un buen negocio y nada más. Si la tv local quisiera apoyar, de verdad, el desarrollo del talento chileno, incluiría mas creadores en su programación, invitaría a miles de grupos y solistas de los más diversos estilos que habitan nuestra patria y que, con todas las dificultades, desarrollan su arte. Y les pagaría, dignamente por su trabajo. Los he conocido cuando viajo por Chile con mi música. Los veo y escucho en las calles y ferias libres.
En las estaciones de metro, en las micros. Y muchos de ellos, son muy buenos, creativos y con identidad. Pero no se les dá la pasada en los medios.
Se prefiere al imitador que replica, a veces patéticamente, un modelo de artista, extranjero, la mayoría de las veces.
¿Qué hay detrás de esto? Bueno, aparte de razones obvias relativas a cómo funciona la tv local, como industria publicitaria en abierta complicidad con el rubro del retail principalmente, también podemos bucear buscando explicaciones más profundas e insondables, que más bien se relacionan con el alma nacional. Leo en la revista Panorama news una entrevista a Alberto Plaza que, además es portada, cuyo encabezado dice: “ Votaré por  Bachelet el 2014 ”.Entre algunas respuestas obvias que entrega el cantautor donde, como es su costumbre, se dibuja a sí mismo como un ganador por excelencia, señala: “ Yo nací en un hogar de derecha, estudié en un colegio de derecha, mis amigos son todos de derecha, pero yo no soy de derecha ”.Debo contener la carcajada. Probablemente es una de las frases más oportunistas que he escuchado los últimos meses. Como pertenezco a una generación muy peculiar-la de los ochenta-he empezado a sentir que primero nos robaron el futuro a aquellos que fuimos jóvenes en Dictadura y ahora nos roban el pasado. Es decir, se altera la historia para que ciertas piezas calcen. Alberto Plaza  participó en el Festival de Viña, en plena dictadura, cuando  muchos cantautores comprometidos con el movimiento contra Pinochet estábamos prohibidos en televisión. El no, por supuesto. Participó con su canción “ Que cante la vida ” que en parte de su letra decía: “…Y están los que piensan sólo en destruir y estamos NOSOTROS  para despertar el sueño perdido que todos podemos realizar” “ Que cante la  vida por todo rincón se junten las manos, se logre la unión ”.Esa letra le caía como anillo al dedo al régimen de Pinochet para diferenciar claramente, a la juventud de oposición de la otra juventud, la  nacionalista, sana
( según ellos ) y representativa del régimen. A Plaza lo vimos permanentemente en programas de tv y junto a figuras emblemáticas del gobierno del General. Nunca tuvo problemas para difundir sus canciones y al mismo tiempo, nunca participó del movimiento cultural y musical que buscaba el término del régimen militar, el fin de los atropellos a los derechos  humanos y el retorno  la democracia.
Ahora resulta que es bacheletista y un gran demócrata. Tu nombre es….nadie. O más bien, tu nombre es camaleón. Algo nos ocurre como país que permitimos situaciones cómo la que acabo de describir. Tenemos un problema con nuestra memoria. Parece que lo que nos determina en nuestra grandeza como nación, al mismo tiempo nos pone en conflicto frente al reflejo que el espejo nos devuelve. Entonces preferimos alterar la historia. O hacernos los huevones directamente, en buen chileno.
Y los medios, los poderes político-económicos nos quieren, permanentemente, convencer de lo imposible: que el doble de Chile es el país verdadero, que una copia es mejor que el original.
Que un imitador vale más que un creador genuino.
Tu nombre es bruto. Arraso con tu inteligencia, considero que el pueblo es idiota y que lo puedo manipular, engañar y explotar.
Instalo la idea de que nuestra selección de fútbol es histórica, cuando apenas pasamos de segunda ronda a puros empates, con suerte y sus verdaderos dueños son la Coca-Cola.
Te hago firmar un contrato falso, con letra chica y te obligo a pagar tres veces el valor por un producto que a mi me costó diez veces menos.
Mi nombre es capitalista.

Pero hay un Chile grandioso que parece despertar en la voz de una nueva generación. Camila Vallejo, con su arrojo, inteligencia y por supuesto belleza, simboliza ese Chile que renace. El movimiento de los estudiantes ya es de millones más: trabajadores explotados, jefes de hogar, dueñas de casa, organizaciones sociales se suman.
Ya las cosas no serán iguales. Algo cambió para siempre en esta patria. Siento que tanto esfuerzo, tantos años de lucha por un país más justo, tantos que dieron la vida por aquello, tanta fuerza acumulada, todo eso ha comenzado a brotar como en una primavera de futuro. Y espero, que Chile se reencuentre con su verdadero reflejo y no con aquel impostor que fuimos tanto tiempo, que se vestía igual, caminaba igual, hablaba igual, pero que, finalmente, era solo un doble. Un siniestro muñeco articulado por otros, que nos recuerda lo peor de nosotros y que debe permanecer encerrado en el fondo de la conciencia para que cada cierto tiempo, lo observemos  con su mueca absurda para que nos recuerde que nunca, nunca más volveremos a ser aquel horroroso imitador.
Mi nombre es Patria.