martes, 17 de julio de 2012


El hombre en el espejo por Rudy Wiedmaier

En un ejemplar de las Selecciones del Reader Digest que encontré en el cajón de un viejo escritorio de mi casa natal, leí el primer cuento que conocí de Ray Bradbury: “  El ruido de un trueno ”, un relato acerca de unos sujetos en una sociedad futura, que contratan un safari-viaje en el tiempo para cazar dinosaurios. Pero algo parece alterarse irreversiblemente cuando uno de ellos, accidentalmente, pisa una mariposa antes de volver al futuro, un futuro que se verá siniestramente modificado por este suceso aparentemente insignificante. Aún recuerdo el impacto que tuvo sobre mí el desenlace de este cuento. Debo haberlo leído a la edad de ocho años y nunca olvidé el nombre del autor escrito en negrita bajo el título: “ por Ray Bradbury”.
Bradbury ( 1920 ), muere en su eterna California este Junio de 2012 en un futuro que  estremecedoramente anticipó sesenta años antes. El niño pobre de Illinois-que comenzó a escribir a los catorce años por la necesidad de continuar la saga de Tarzán, ya que no tenía dinero para seguir comprando los capítulos siguientes- como nos relata Jorge Teillier en un hermoso artículo acerca del escritor, “ Ray Bradbury, rebelde con causa ”, publicado en El Siglo en 1959,enfrenta el viaje definitivo y misterioso que a todos nos espera. El mismo poeta Teillier le dedica a Bradbury su ensoñado poema “ Cuando todos se vayan” (  a otros planetas ),de su libro Muertes y Maravillas ( 1972 )
La ciencia ficción como literatura, surge como un género “  menor ”, de revistas y pequeños libros de bolsillo, pero enfrenta y cuestiona, muchas veces, las convenciones e interpretaciones que la gran sociedad científica efectúa en una época determinada. Julio Verne -uno de los padres del género en el siglo 19- adelanta en sus novelas, cuestionando a su propia época, el desarrollo que la tecnología tendrá cien años después, avizora inventos y los males de la sociedad futura, su alienación y el alto desarrollo tecnológico que habrá pero con ausencia de emociones.
“  La robotización del hombre, la humanización de la máquina ”.
Podemos pensar entonces que  la visión profética que algunos de los más grandes escritores del género han construido en sus relatos, tiene mucho de verdadera pues no sólo señala los males de las respectivas épocas en que les tocó vivir a cada uno, sino que predice o parece predecir la alienación y el colapso de la humanidad en una sociedad futura. En eso coinciden casi todos.
¿ Qué visiones asaltan la mente de H.G. Wells ( 1866-1946 ) para escribir, por ejemplo, La Máquina del tiempo cuyo título original es Los Argonautas crónicos (otra vez, los viajeros ) para atreverse a decapitar de un plumazo las lógicas de la época victoriana – su época- y referirse, directamente, con esta novela a la lucha de clases?.
¿  Son acaso verdaderas las voces interiores, que señalaba  Philip K. Dick
( 1920-1982 ) escuchar, y que provenían de una deidad desconocida- VALIS- que lo utilizaba a él y a sus escritos como un canal de comunicación con la humanidad en los años 50 para prevenirnos del desastre ?. El mismo Dick - figura fundacional de la ciencia ficción policíaca, autor de la ucronía, la novela “ El hombre en el Castillo ” ( 1962 ) – y de la novela en la cual Ridley Scott  basó su filme “ Blade Runner : “ ¿ Sueñan los androides con ovejas eléctricas ? ”.Un escritor acosado por sus paranoias y exploraciones de  realidades paralelas, es quien adelanta certera y clarividentemente en sus cuentos y novelas, los rasgos paranoides de nuestra sociedad actual, hipertecnologizada y bajo el control de un estado policiaco que vigila y castiga.
Crecemos, de niños, esperando el encuentro con el futuro. Soñamos alguna vez, emocionados, con nuestras revistas ilustradas en las manos temblorosas, con un futuro galáctico, autos voladores y tecnología asombrosa que nos permitiría realizar lo imposible: nuestros deseos más profundos. La Era Espacial.
Allí estamos los niños de los años sesenta imaginando un mañana de asombro y lunas nuevas, mientras hipnotizados vemos el “ paso lunar ”,( su “ moon walking ” ) del astronauta Armstrong en blanco y negro por TVN ese verano del año 69, quizá en la Luna, quizá Arizona.
Como un doble de cada uno -un replicante  (  Blade Runner, 1982 )-  fuimos creciendo y cayendo a la vida, una y otra y otra vez como los astronautas perdidos en el espacio del relato de Bradbury, “Calidoscopio ”, que caen hacia un sol voraz, fuera de la nave, irremediablemente pero intercomunicados entre ellos aún, lo que les permite hablar durante la caída y dramáticamente, repasar sus respectivas vidas y sus lealtades de amigos y compañeros de trabajo.
El futuro que al fin llegó se parece a aquel con el que soñamos de niños. Pero al igual que en “Usher Dos”, cuento incluido en “Crónicas Marcianas ” ( 1950 ) y basado a su vez en el relato de E. Allan Poe, poeta tutelar de Bradbury, “ El hundimiento de la Casa Usher ”, éste no es el mismo futuro, los invitados a esta fiesta no son los verdaderos, sino réplicas robóticas de los reales- cita al “Museo de cera ”del mismo Poe- los verdaderos, de carne y hueso, uno a uno, son asesinados por el anfitrión y dueño de la mansión que se niega a aceptar que su lúgubre morada sea demolida por el Estado y se resiste a la noción de progreso que los burócratas han diseñado para la humanidad y el rumbo que la colonización terrícola en Marte debe tomar.
Nos parecemos tanto al futuro con el que soñamos pero, por supuesto, no es  igual. Algo salió mal en el viaje de regreso. Las utopías devinieron en tiranías. El siglo xx nos despojó brutalmente de nuestros sueños de post-guerra acerca de un nuevo comienzo. La sociedad de la injusticia, el dinero y las armas se instaló frente a nuestros ojos. Nuestros líderes de aquellos años de juventud y de lucha contra las dictaduras, ahora son serenos burócratas dedicados a administrar y mantener su sitio de poder político y beneficios personales. Los villanos, a su vez- el individualismo, la injusticia social, los ataques al medioambiente- mostraron su verdadero rostro pétreo y tecnocrático.  El planeta se deteriora, se altera y nos afecta. La guerra nos hiere. Tiembla y nos sentimos inseguros bajo un cielo amenazante.
Todo nos dice que ya no hay en qué creer. El fin del mundo está aquí.
El futuro llegó. Para quedarse y despojarnos del mañana.
“  La poesía no sirve para nada ”, nos dicen los dueños del planeta. Mientras tanto alimentan, demencialmente, la hoguera final con libros, canciones, solidaridades, amores y azucenas a la temperatura que arde el papel:
Fahrenheit 451”.( 1953 ).Pero nuestro espíritu sigue en la lucha, pleno de luz aún. El bien contra el mal.
Todavía los poetas visionarios siguen aquí, acompañándonos con sus relatos fantásticos, de asombro, poder, esperanza y videncia. Aferrados a los libros inexactos pero verdaderos, explorando el subconsciente y los reinos de la imaginación. Juntos parecen viajar hacia los confines del Universo: Verne y el Capitán Nemo, Wells en su máquina del tiempo, Bradbury recién llegado y de pic-nic de un millón de años, el afiebrado Dick solo en el castillo, Swift y su hermano grande Gulliver, Lewis Carrol  junto a su amada Alicia. Y nosotros los ciudadanos de la vida real, mientras tanto, cada mañana, antes de salir a las calles de la tecnocity, al trabajo o a buscar trabajo, nos decimos que será otro día en la Tierra, que ésta vez será diferente y que no estamos solos, que hay un mañana mejor y razones nobles por las cuales luchar aún. Que no está todo perdido, que el mundo no puede terminar. Que nuestros hijos nos esperan de vuelta a la noche.
Respiramos profundo y allí frente a nosotros, aparece un rostro conocido, amable pero ausente. Nos mira paciente y lejanamente como un pariente extraño, un cyborg  que nos alienta a seguir y seguir como si fuéramos inmortales. Allí lo veo, ahora mismo, mirándome desde el fondo del espejo con ojos de niño androide parado bajo la lluvia, mientras escucho a Michael cantar, dulce y ferozmente, “ The man in the mirror ” en la radio de un taxi que pasa por la ciudad vigilada.


jueves, 5 de julio de 2012

" Estación 77 " ( Rudy Wiedmaier ) un poema para Jorge Teillier en el 77 aniversario de su nacimiento


Estación 77 por Rudy Wiedmaier
                    ( a  Jorge Teillier en su natalicio 77 )

Cuando de niño
en mi pueblo natal
corría para ver pasar
el tren de las cinco
con una ilusión
de raíz y de destino
yo no sabía
que nuestros caminos
se cruzarían un día
y que su voz verdadera
se haría propia en mi canto

Yo no sabía, don Jorge
de sus dones y revelaciones
hasta que la vida
me mostró su gesto más noble
y al instante siguiente,
su costado doloroso

Y es que su canto simple
bruñido en la nostalgia
de avellanos, telescopios y susurros
me fue devolviendo, poco a poco
una parte de ese pueblo perdido,
de mi casa y de mis astros
que me fueron arrebatados para siempre
una oscura tarde
a la orilla del camino

¿ Quién es usted
Jorge Octavio Teillier ?
Poeta de la devoción
¿ Qué mágico secreto lleva,
que lo siguen los jóvenes, las Alicias y los conejos ?
como a un príncipe luminoso y desolado
que ya no espera recompensa

¿ Porqué me ha dado tanto
a cambio de casi nada ?
sé que harto lo he molestado ya
como si fuera un santo
con mis ruegos y quebrantos
cuando la tarde se oscurece
bajo un cielo tormentoso
cuando el alma se derrumba
y todo pierde su destino
a mi lado lo he sentido
como un viejo sabio amigo
invisible de apariencia
pero poderoso en el abrazo

Yo no sabía
don Jorge Teillier Sandoval
que la vida era tan breve
un destello de milagro
y luego el silencio incomprensible

¿ Y si vida y muerte fueran sólo una ilusión ?
el espejo y el reflejo conjurados
por algún confundido Dios
si fuera así,
nada podría impedir entonces
que nos pudiéramos reunir
mientras se suceden las preguntas
una a otra, sin respuesta
nada podría impedir
que yo afine una guitarra
que deje que el destino escoja
la página de algún libro suyo
que observe el vino tras la luz de la vela
como dos almas similares
que se necesitan
 mutuamente
como la música al poema
como el poema al misterio
Así, aparecerán las notas
que usted me irá dictando
con paciencia infinita
y generoso resplandor
desde el otro lado del espejo
ese lago del gran enigma
Aquí estoy, don Jorge Teillier Sandoval
como un tímido aprendiz
de catástrofes y júbilo
aquí estoy
Hábleme, hábleme por favor
Otra vez
aquí estoy esperando el viejo tren de las cinco
en el que viaja usted
aquí estoy con mi pobreza
y mis poderes intactos
sentado en el andén
en mitad del invierno
en la Estación 77
hábleme por favor,
otra vez
aquí lo espero
querido amigo
para seguir cantando
antes que llegue mi hora
y ya sea demasiado tarde