miércoles, 20 de abril de 2011


“ La cerveza más fría del mundo” ( a Carlos Luigi Espinoza )
Por Rudy Wiedmaier

De los trabajos más insólitos que desempeñé como músico está el de “músico de doblaje” en televisión. En aquellos ridículos y acartonados programas de canal 13, a comienzos de los noventa. Un músico de doblaje acompaña a un artista famosos y “ hace “ como que toca, es decir, realiza play-back, la música está grabada y uno la actúa, solos de guitarra incluidos, de hecho tuve que hacer varios. Por alguna extraña razón, no existía interés alguno del medio por mi música  en ese momento, era el boom de las bandas poperas que estaba lanzando EMI (  la mayoría ya no existe ) así que mi nombre resonaba más bien como un eco del pasado Canto Nuevo ochentero, cuando los ochenta no eran la moda de hoy sino más bien sinónimo de una época oscura, aburrida y muy poco “moderna” según los “ modernosos “, asi que debía, obligadamente, recurrir semana a semana a mi fuerza de trabajo, pura y obrera, mal asalariada y explotada para ganarme unas lucas . Debo decir, eso si, que aprendí harto del escenario, de la fauna televisiva y sobretodo de cómo no hacer la cosas. También aprendí a valorar más mi propia obra y mis años manteniéndola viva. Es un buen aprendizaje para el espíritu que el ego se pegue un costalazo de vez en cuando y, para mi, que fui considerado en un momento a comienzos de los ochenta con 17 años, la revelación de la canción popular con contenido en Chile- la revista ícono “  La Bicicleta “ me dio un premio en esa categoría-les aseguro que no fue fácil desempeñar un trabajo tan modesto, que en televisión equivale casi al de junior. Además, soportar los comentarios de pasillo de gente del medio, músicos, productores, que no podían entender que un músico como yo estuviera desempeñando tan magro oficio y consideraban que, prácticamente, mi carrera se había acabado.  Se equivocaban, pues yo, desde mi modesta posición pude observar y aprender, en ese par de años,  mucho acerca del show business y los seres diversos que lo recorren. Aprendí acerca de la naturaleza humana  y sus derroteros  y máscaras. Aprendí de mí y de mis fortalezas y debilidades insospechadas. Y conocí mucha gente interesante, ya les hablaré de ello. Mientras recuerdo esas anécdotas, no puedo dejar de relacionarlas con mi amigo Carlos Espinoza, que estudió sonido y  trabajó un tiempo en la productora Paula y en canal 11 y que siendo un músico, bajista y sonidista muy talentoso, dejó  el medio por un oficio más solitario, mejor remunerado y quizá más verdadero: la orfebrería. “ No estoy ni pallá con esos hueones  ” era su frase cuando recordábamos esos años televisivos…siempre me producía risa que él reemplazara el “ ni ahí “ por un “ ni pallá ”, lo cual me parecía de un humor muy inteligente ya que situarlos- a los cretinos del mundo-de ahí para allá era sacarlos, verbalmente, del mundo propio. Ellos con su mierda, yo con mi mundo interior y mis amigos y la gente valiosa que quiero. Ellos con su arribismo y ansiedad de figurar, yo con mi gusto por un buen libro, una buena conversación, el disfrute de una chica bella y  la luz que cae repentinamente en sus ojos sin palabras. Mi imperio interior.Y Carlos construyó el propio, su taller-casa en Cerro Navia era el reflejo perfecto de su alma. Con una gran plataforma de audio sonido internet que permitía viajar, sin moverse, por los lugares que nos motivaban. Sitios de rock y de cine, de literatura y chicas bellas. Como una que conocí una noche de doblaje televisivo. Me llamaron a última hora de canal 13 para una pega con  “Cristina y Los subterráneos ” que venía a abrir la Teletón. Por supuesto, para ahorrarse a “ Los subterráneos ”, el canal contrataba a músicos chilenos a los que les pagaba un décimo de lo que costaba el grupo original.Claro que con un look apropiado, similar a la banda original, así que me encuentro de un momento a otro, una tarde de sábado, en el teatro Teletón con la chica revelación del pop español, su disco “ Que me parta un rayo ” ( 1991 ) había escalado rápidamente en los ranking, así que la traían en calidad de pop-star. Posteriormente Christina, dejaría ese camino fácil y apostaría por un sonido más crudo y letras al hueso, con la colaboración en sus nuevos discos de Lee Ranaldo, guitarrista de Sonic Youth. No recuerdo bien porque nos enganchamos, entre los ensayos, en una conversación muy especial. Ella, española-danesa y mujer de Ray Lóriga -figura de culto de la nueva poesía y literatura española en esos años-era alucinante conversando  de diversos temas y uno especialmente, que fue el que predominó en nuestra charla: las guitarras eléctricas. Pocas veces he hablado con alguien que sepa más de ese tema. Ella tenía varias legendarias eléctricas y su favorita: la Telecaster Fender del 56. Fué extraño, pero entre nosotros no hubo  la atracción típica de sexos, no en ese momento por lo menos, mas bien fue el encuentro de dos chicos nuevos que se hacen amigos en un colegio en el que todos los demás son antiguos. Ella era de una fragilidad extremadamente sutil, la belleza de su rostro, impactante. Su agudeza mental y su percepción de las personas, muy fina. Era la dama del lago con Telecaster. Estábamos solos en la penumbra, detrás del escenario conversando los dos, ajenos a lo que nos rodeaba,” ni pallá “ con el resto…De pronto, ella mira alrededor, el caos previo al inicio del programa y me dice, casi con melancolía: “ tío…qué estamos haciendo acá ? ”.Unos metros más allá, un hombre semiencorvado, apoyado en un pilar nos observaba cada cierto tiempo, en solitario: era Don Francisco. El mismo Don Francisco que aparece en una foto con mi amigo Carlos-de la época en que trabajaba en canal 11- y que está encima del refrigerador,  en su casa de Cerro Navia.Vuelvo a recordarte amigo Carlos, cuántas veces nos cagamos de la risa de los ridículos de la tele, “ putas que tuviste aguante, hueón ” me dijiste, cuando te enteraste de que estuve casi dos años en esa pega. “ Yo los mandé a la chucha rápido, cuando querían que me quedara editando hasta la hora del culo y por ni uno ”, decías. Así que te armaste tu taller, a puro ñeque y constancia, creando joyas  maravillosas y  tu réplica exacta de la gaviota del festival de Viña, que vendías todos los veranos allá, los fines de semana. Y cada lunes, cuando estabas en Santiago, de los últimos años, yo te visitaba en tu casa y bajo la sombra del árbol de tu puerta, conversábamos de la vida y  escuchábamos los mejores temas del rock de todos los tiempos. Y también hablábamos de guitarras y héroes y mendigos y  luces y sombras.Pero ahora, en un salto de mi cinto espacio temporal, debo simular un solo de guitarra eléctrica, no hay cable ni amplificador, falta una vuelta del estribillo y viene el solo…estoy abriendo la Teletón con la dama del lago a mi costado, me he tomado un ácido a las cuatro de la tarde así que viajo en el submarino amarillo ahora, viene el falso solo, ella me mira, se sonríe levemente como diciéndome: ” anda, dale tío… a ganarse la pasta…”, tengo la tentación de despegar los dedos del mango de la guitarra para dejar al descubierto la falsedad del set de TV, cuando la cámara hace un plano cerrado de mis manos pero no lo hago, mis dedos duplican el solo original como un doble de cuerpo de alguien mas en el vinilo. Terminará nuestra actuación  y al salir de escena veré que los de producción y seguridad histéricamente, se llevan a Christina Rosenvinge, casi obligada a la van para sacarla de ahí y luego al hotel,  trato de  alcanzarla pero no me lo permiten, ella alcanza a girarse en medio del tumulto y me hace una seña y vuelve a sonreír con tristeza y cierta resignación antes de desparecer de mi vista. Recuerdo todo esto amigo, mientras sostengo las manillas del ataud que lleva tu cuerpo esta mañana de otoño, recuerdo nuestras charlas, la risa y  tus famosos dichos cuando te referías a que había que peleársela a la vida :“ Usted, vaya y hágala “ decías siempre. “ Yo soy orfebre, no soy joyero, joyero es donde se guardan las joyas “.“ Le tengo algo para usted, en el refri, está helaíta “, me decías cuando me veías llegar a tu casa a las tres de la tarde, acalorado, a veces cansado y decepcionado…Y ahí me esperaba la cerveza más fría del mundo…y  la amistad mas grande del mundo. Y mientras regreso de noche, y  recuerdo tu risa franca y tus palabras verdaderas, mientras trato de apurar el paso ya que mi gente me espera, mientras trato de creer que nos volveremos a encontrar algún día amigo, canto despacio, casi como un conjuro que me sirva de amuleto, la dulce, dulce canción de la dama del lago que conocí alguna vez:

 Vuelvo a buscarte donde sé que perdí
el único rastro que quería seguir.
Vuelvo a buscarte, date prisa en bajar
no lleves nada porque nada sirve ya
Sin saber qué estrella hay que seguir
nos hundimos en la oscura inmensidad
Y aunque no haya tiempo para dormir volveremos,
volveremos a soñar ”

“ Nuestra casa” ( Christina Rosenvinge, del disco “ La joven Dolores “ 2011.)

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